La Danza y Bailes Tradicionales: Orígenes y sentido.
Historia de la danza tradicional
A finales del siglo XIX era común ver en las tabernas y mesones a parejas de hombres bailando pero con muy diferente sentido, solían servir para resolver algunos conflictos, así como para demostrar la resistencia física.
En estos bailes “de sala” (lo he llamado así porque siempre se hacían en locales cerrados y públicos) los hombres demostraban y presumían de sus facultades: Bien fuera cantando, tocando algún instrumento tradicional o como buenos danzantes.
Destaco entre las danzas : “los Piques con pasos picaos asentaos en la losa” o «la danza de la Faca», que consistía en retar a los compañeros clavando la faca en el suelo de madera, y bailando en torno a ella sin tirarla, para demostrar que aun habiendo bebido algunos vinos o aguardientes, no estaba ebrio.
Así, hasta que uno de ellos pierda el equilibrio y tire la faca al suelo; entonces se para el baile, para que el perdedor convide a más vino a los presentes por haber aceptado el reto y no haberlo cumplido…
En cuanto a las danzas colectivas, suelen presentar caracteres que unen a todas las culturas.
No solo castellanas o extremeñas, sino más aún ibéricas, ya que todas las danzas colectivas tradicionales que han llegado hasta nosotros, se suelen interpretar con dos o tres pasos sencillos, que realizan en formaciones de uno o varios círculos o en hileras formadas por parejas enfrentadas.
Estas características coreográficas que a primera vista pueden parecernos casuales, son el resultado de todo lo contrario, al ser un acto totalmente deliberado.
Estos bailes tradicionales a los que voy a hacer referencia, carecen de sentido si no se interpretan en su conjunto, traspasando lo coreográfico, rítmico o instrumental… ya que en ellos ha de participar el conjunto total de nuestras sociedades y culturas tradicionales.
Son formas de bailar muy particulares que se han practicado y practican desde tiempos inmemoriales por parte de todas las sociedades y culturas. Danzas que representan de forma física y por lo tanto tangible, una compleja idea abstracta e inmaterial, relacionada en este caso directamente con la espiritualidad.
Este arte, que es la danza tradicional, es en sí mismo un proceso creativo en el que hay muchas más cosas que los valores estéticos o lúdicos, ya que cuenta con una historia propia, con su inicio, desarrollo y final.
Utilizan el poder de determinados sonidos, ritmos o danzas, como vehículos a través de los cuales puede ponerse en contacto con esa parte inmaterial o espiritual personal que todos llevamos dentro, bien sea a nivel individual o colectivo siempre y cuando no intervenga intermediario alguno.
Esas cualidades del arte de la danza, son las que hicieron que desde muy antiguo se la asociara con los poderosos símbolos de la creación, especialmente las danzar circulares relacionadas directamente con el más poderoso símbolo: el Sol.
Astro que ejecuta su propia danza en armonía con el resto de planetas y cuerpos celestes… y cuya luz inmaterial hace crecer la hierba de la que nos alimentamos todos los hijos de la tierra.
Del mismo modo, algunas de nuestras danzas son capaces de transformar en su ejecución, las intangibles ideas y conceptos más elaborados
materializando dicha idea en una forma física armónica definida; tal como la luz del sol hace crecer a los árboles.
Con el tiempo los alquimistas medievales relacionaron la Danza con los símbolos que representan la eternidad. Ya que para la ejecución de la danza, del mismo modo que para la elaboración de las diferentes operaciones alquímicas, se precisa la previa reunión de elementos individuales, aislados y previamente disgregados… para lograr la unión armónica o perfecta entre todos ellos.
Y para dar aún más poder a la ya de por sí poderosa energía que se crea en este tipo de danzas ceremoniales de origen pagano, es preciso que los participantes dejen de tener identidad propia, para de este modo fundirse hasta convertirse en aquellos personajes mitológicos o sagrados en cuestión.
Para ello es normal el uso de ropas especiales y adornos de todo tipo, con el fin de acercarse lo máximo posible al personaje figurado y alejarse del propio o individual.
Podemos observar aún hoy, en nuestros días, en algunas culturas africanas, asiáticas o amerindias de carácter animista, que aún sobreviven en esta tierra redonda, el poder de la energía arriba mencionada. Creen poder ser poseídos directamente a través de danzas rituales ni más ni menos que por sus deidades protectoras o terribles demonios. Siendo común el uso de máscaras, caretas, pinturas, etc.