Aunque pueda parecer mentira, la verdad es que en estas tierras tanto los cuentos, como las leyendas, han sido siempre transmitidos a través de la tradición oral. No siendo algunas de ellas escritas hasta bien entrado el siglo XX, siendo los maestros, maestras de escuela y los párrocos, los mayores recopiladores y escritores de nuestro patrimonio inmaterial.
Cuentos y leyendas
Ellos no se limitaban a escribir lo que escuchaban, el problema es que no pocas ocasiones solían actuar como censores. Un buen ejemplo de aquellos primeros recopiladores puede ser «El Almanaque Parroquial de D. Marcelo».
Este fue un buen párroco arenense, con mucha sensibilidad para y con todo tipo de costumbres y tradiciones.
Dirigió dicha publicación a mediados del siglo XX, donde entre todo tipo de noticias y artículos de carácter histórico, incluía no pocos cuentos, leyendas, canciones y costumbres de toda la comarca del Valle del Tiétar.
Sin embargo, los verdaderos protagonistas, artífices y transmisores, fueron sin lugar a dudas, las personas más mayores de cada hogar, que eran las encargadas de contarlas, y por lo tanto, de que las aprendieran los más pequeños y jóvenes.
Una de las diferencias más evidentes entre las leyendas y los cuentos, consiste en que mientras que en los cuentos la imaginación, la ficción y lo imposible, se usaba para lanzar un mensaje, una aviso o una lección, lo que tradicionalmente se ha llamado “moraleja”, en el caso de las leyendas además de todo lo dicho, intentan tener visos de una realidad vedada y difícil de comprobar. Pero en todo caso verosímil.
Hay muchos y muy diferentes tipos de cuentos y leyendas, todos ellos adaptados a las diferentes edades evolutivas humanas.
- Los hay: infantiles (todos ellos con alguna enseñanza útil o práctica).
- juveniles (en este caso además solían incorporar problemas de todo tipo, que tenían que resolver los escuchantes).
- Para adultos (estos últimos generalmente de corte satírico, pícaro y burlón).
Pero además los cuentos y leyendas iban asociados al calendario natural. Así por ejemplo, en tiempos de la fiesta de “La Moragá” o de Todos los Santos, el uno de noviembre, se contaban tremendas historias de miedo. De mucho miedo, como el de “La Asaura ura ura», el de «El Castillo de irás y no volverás», el de «La Cabra Cabresa», el del «El Anillo de la Marquesa», el del «El lobo cerval», el del «El Pino del Cuatro», etc.
En San Juan se contaban los cuentos en los que se aparecían las Isabas o brujas que vivían dentro de las fuentes.
Representadas con largos cabellos de oro, que la cubrían todo el cuerpo, hasta los pies, estos con forma palmeada como los de las ocas o las ranas.
Y que se aparecían al menos dos noches al año.
La mágica noche de San Juan, y la de Viernes Santo, por estar muerto Dios. Saliendo de la fuente sin sacar los pies del agua, entonando una canción con la que rechizaban a todo el que la escuchaba y atrayéndolo a su fuente para ahogarlo.
Así sucede en el caso de la Fuente de Sabina (deformación de “isabina”, diminutivo de isaba y la tradición arenense). O la fuente serrana de Los Pelaos, de donde, según la tradición oral de Guisando, también vive y sale una isaba la noche de San Juan.
Por suerte, esas mismas noches mágicas, “cantaba el Helecho Macho y el Cándalo Macho de los pinos”, cantos que proporcionarían felicidad y ventura a todo aquel afortunado que lograra escucharlo.
Tanto en el caso de los cuentos como en el de las leyendas, causalmente se repiten los mismos estereotipos existentes en los relatos de origen indoeuropeo, junto a otros de clara influencia oriental.
No faltan animales imaginarios fabulosos o reales, que hablan y que pueden adquirir poderes o formas diferentes, sobre todo hormigas, topos, cuervos, lobos, milanos, águilas, zorros, truchas, cabras, mulas, etc.
Tampoco faltan brujas buenas y malas, orcos con un solo ojo y un solo pie. Bichas o culebras enormes con pelo y una enorme crin en el lomo, espantos y diablos con “patas de cabra”, espíritus, la Santa Compaña, las luces de los Santos, etc.
Y actuando como protagonistas de las mismas (en la mayoría de los casos), pastorcillos, huérfanos, curas, monjas, arrieros, molineros, barberos, sacristanes, labradores, leñadores, cazadores, militares, zapateros o sastres.
También hay reinas, reyes, príncipes y princesas, tanto cristianas como moras. Fabulosos tesoros escondidos. Aldeas pequeñas con pocos habitantes, en las que murieron todos, al acudir a una boda y comer todos los convidados la misma comida, envenenada casi siempre por haber caído o echado, una salamandra al caldero de las patatas o del arroz con leche.
Cuentos y leyendas que os iré contando poco a poco, aquí en este espacio compartido, con los que espero refrescar vuestra memoria.
Para que me enviéis las leyendas y cuentos de vuestra hermosa tierra. A buen seguro que las historias que contamos aquí, al sur de Gredos, no son muy distintas a las vuestras.
Estoy deseando leerlas o escucharlas y compartirlas.
También iré añadiendo comentarios de amigos y amigas profesionales del tema, para tener un mayor conocimiento de este interesantísimo submundo de nuestro folclore o patrimonio inmaterial.
Espero que os guste.